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La plataforma que hace posible la existencia de este fenómeno mundial que es la responsabilidad social de las empresas, tiene para muchos de los hombres y mujeres que la promueven, una naturaleza sensible y afectiva: ella se ejerce porque los demás, los otros, nos importan y nos conmueven, porque no nos ha sido dado en la tradición judeo-cristiana de Occidente, permanecer indiferentes con respecto a todo lo que sucede en la sociedad que compartimos.